NO HAY NADA MÁS REVOLUCIONARIO QUE PENSAR
Es hermoso luchar, incluso dar la vida por perseguir nuestros ideales, uno siempre debe protestar, decir sin miedo lo que piensa y rebelarse ante todo lo que sienta injusto.
La rebeldía empieza en la cabeza, salimos miles de personas a la calle y pensamos que hemos llenado la calle y pareciera que el objetivo de una marcha es la marcha, cuando la gente que se queda en su casa es muchísimo más, el tema es hacer que esa gente salga a las calles, no podemos criticar o peor aún insultar a quienes se quedan en sus casas (sus motivos tendrán) por no ir a las marchas, cuando lo que deberíamos hacer es todo lo contrario, acercarnos a ellos, generar conciencia.
Terminamos la manifestación ¿y al día siguiente qué?. Al día siguiente tenemos que hacer otra cosa, porque si solamente hacemos la marcha nos quedaremos con el recuerdo de la foto o el video colgado en facebook y se acabo.
Es así que luchar contra las injusticias se convierte en una guerra y las guerras se planifican, se programan, por participar en dos o tres manifestaciones por más importantes que sean, no lograremos nada si es que no ganamos la conciencia de la gente ese es un trabajo mucho más importante.
En la política la inteligencia es muy importante, gastemos más fuerzas en las ideas que en el grito, es más viralizado el manual de "¿Qué hacer si nos cae una bomba lacrimógena?" pero poco o nada se ve de algún manifiesto o propuestas de reformas.
Los congresistas no es que no nos representen, nos mal representan pero nos representan al fin y al cabo hay gente que voto por ellos, de que sirve sacarlos, si el voto popular los regresará de nuevo ahí, por eso hay que trabajar en generar opinión en la gente y esa tarea mis queridos amigos no debería esperar una fecha específica con hashtag.
Esa es una tarea de todos los días y se hace además de en las calles, en el trabajo, en la familia, en la universidad y sobretodo en donde la exclusión y la injusticia se concentra: en los asentamientos humanos.